Comparto una nota que una compañera, trabajadora social (en adelante TS) nos ha hecho llegar:
"Lola ha fallecido. No aparece en los periódicos. No hay esquelas en ninguno. Ni siquiera sé cómo me he enterado. Lola me pesa en la conciencia y en el alma. Ella se volvió a nosotros, llorando, antes de irse al hospital. Ven a verme, me dijo a mi, y al médico que la atendía en el domicilio, de una de esas empresas conveniadas con la agencia antidroga para visitar exdrogodependientes muy dependientes en su domicilio, llevándoles la metadona.
Lo abrazó con fuerza. No te olvides de mi, le susurró, ven a verme al hospital. Ambos le prometimos ir a verla...
Yo no se si el fué. Yo no fuí. 670 expedientes activos en mi zona, con intervención en un año. Era imposible ir. Quise darle esperanzas, me propuse ir cuando se lo dije...pero no fui. Quizá si hubiese ido, ella habría tenido más ganas de vivir. Más fé en la humanidad, en el mundo…
Lola es uno de esos “crímenes de la paz”. Muere porque los sistemas de protección no han funcionado. Muere porque no hacemos bien nuestro trabajo…
Me dicen, no te culpes, ella era responsable de su presente y su futuro… ¿Responsable? ¿Lola? Ella me contó su vida. Abandonada de pequeña por su padre, criada por una madre sola e ignorante, que la maltrató física y sobre todo emocionalmente, que le daba palizas por cualquier cosa, creció sin amor y sin amor murió. Abusada sexualmente en cuanto tuvo edad, se iba con cualquiera que le hiciese un cariño, aunque ocultase oscuras intenciones que ella inocente, desconocía.
A los 17 años huyó de su casa y de ese maltrato, para casarse con un hombre que la maltrato aún más que su madre, que la humillaba y vejaba, y con quien tuvo 5 hijos, muchos de ellos fruto de la violencia sexual de su pareja, concebidos sin amor (y sin amor murió…) Su historia es la historia del dolor, fuerte profundo, inacabable. Sin esperanza. Sola, con una soledad dolorosa que suplicaba migajas de amor a cualquiera, especialmente a aquel que no tenía nada para darle. Humillaciones y más humillaciones.
Consiguió separarse, conocer a otro que la encandiló. Por él abandono a sus hijos a quien no sabía criar. Reproduciendo el ciclo de la violencia. Él la metió en la heroína fumada, por él empezó a drogarse y por la droga comenzó a robar y delinquir, incluso a su propia madre. La familia la repudió, no quiso saber nada más de ella.
Y se repuso, ella sola dejó la heroína, comenzó a tratarse, comenzó a tomar la metadona. Su madre le había dejado un piso que tenía que estaba destrozado. Yo le pedí sabanas para su hija y no quiso dármelas. La casa es suficiente, me dijo un sobrino de Lola, la abuela no quiere saber nada más de ella, no la llamen más, o se encontrarán conmigo.
Un día vino al despacho iracundo, despotricando de su tía, con odio en los ojos; decía una y otra vez que es mala, es que mi tía es muy mala…usted no sabe las cosas que ha hecho…. Yo sabía que había delinquido para conseguir dinero para la droga, empujada por ese hombre…yo sabía que incluso se había prostituido, empujada por esa pareja, si es que se puede llamar así…
Ella lloraba todo el tiempo, me decía que vivía en un infierno que se merecía. Pobrecita. Lola. Solo dolor recibió. Solo golpes y dolor toda su vida. 3 hijos en la cárcel, delincuentes, que la maltratan cuando pueden. Finalmente uno se fue a vivir con ella. Las palizas eran constantes, pero ella callaba. Finalmente habló con su auxiliar de ayuda a domicilio. Fuimos a la casa, mi jefe y yo y llamamos a la policía. El hijo tenía órden de alejamiento por agresiones demostradas. Se lo dijimos a los policías. Se fueron a hablar con él. Vinieron y me dijeron que le diera una oportunidad, que el chico estaba cambiando, que quería cuidar a su madre. Las tornas al revés, la policía me pide compresión para ese hijo, mala bestia, que coge de los pelos a su madre y la arrastra por toda la casa, que la hiere constantemente emocionalmente, que le dice ojalá te mueras, perra y lindezas por el estilo.
Qué dolor e impotencia, que cargo de conciencia. Le ofrecí solicitar órden de alejamiento, porque su hijo le obligó a retirarla. Pero le tenía terror. Sabía que podría matarla. No quería hacerlo. Le ofrecí salir de ahí y no quería. Es lo único que tengo, decía, que se vaya él. Un día accedió a denunciar de nuevo. Su hijo había vuelto a darle una paliza. Me fui a su casa con la policía. Llamamos al samur. NO querían ir. ¿Por ese despojo humano? Nadie quería ir. Ya la conocían. Insistí. La acompañe al hospital. Permanecí con ella toda una mañana. Pasaban a su lado y no le hacían ni caso. Ella no había tomado la metadona, tenía mono, no lo aguantaba, pero nadie la miraba, nadie le hacía caso. La frialdad absoluta de las enfermeras era dolorosa. Se podía palpar en el aire. Hable con la Ts del hospital que se sorprendió al verme allí. Por favor dile a la doctora que le haga un parte de lesiones. Su hijo le ha pisado el pie, mira cómo lo tiene. Estaba hinchado como un monstruo. A las 16 hs me fui de allí. La dejé en el hospital. Mucho tiempo después de reclamar el parte de lesiones me llegó, era una escueta nota: “Acude acompañada de su trabajadora social. Presenta lesión leve en pie izquierdo. Manifiesta haber sido maltratada. “
Nada más. Ninguna valoración.
La llamaron a ese juicio y no se presentó; amedentrada.
La empresa de ayuda a domicilio no quiso seguir prestando servicio. Hicieron un informe de riesgos laborales. Me negué a firmar la baja. Ella lo necesitaba más que nadie. Pelee. Elevé un informe a la jefa, planteando que el informe de la empresa de ayuda a domicilio carecía de rigor técnico, que apenas eran prejuicios. Se me pidió varias veces, por parte de distintos jefes, que diera la baja del servicio de ayuda a domicilio. No quería hacerlo, no podía dejarla sola. Eran tantas las cosas que habíamos hecho….le pusimos agua caliente que no tenía y una cocina nueva, con ayuda de una asociación. Su hijo, uno de ellos , le arregló la casa, con dinero sucio…pero se la arregló Amenazó a su hermano para que no le pegara más a su madre. Hubo momentos de mejoría. Su auxiliar le daba compañía, se preocupaba de ella, la atendía. Lola mejoró. Pero su hijo volvió a hacerla caer. La empresa de ayuda a domicilio le cambio de auxiliar, y todo se deterioró. Ella más que nadie. Conseguí que la asociación dependiente de la agencia antidroga de la CM la fuera a verla a su casa y le llevara la metadona, pero el CAID donde iba, por mucho que intenté que se hicieran cargo…
Tramité la ley de dependencia para ella, y rogué al CAID un recurso para sacarla de allí. En los últimos tiempos su hijo, adicto activo, le quitaba la metadona. Lola empezó a beber cerveza para calmarse el mono de metadona, es normal, me dijeron en el CAID, muchos los hacen cuando tienen mono. No había plaza en ningún recurso. Era muy joven. Ha fallecido un año después con 64 años.
La empresa habló con la responsable de mayores y apenas permitió el servicio un día a la semana 1 hora compartida. Después tenían que ir a por la metadona, pero no iban, Lola seguía empeorando. Cada vez necesitaba más oxígeno. Los pulmones estaban destrozados por la heroína fumada que había consumido.
Cada vez que iba al hospital, quedaba ingresada en neumología, y luego se cansaron de verla. En urgencias la veían y la mandaban a casa con un lexatin. En cierta ocasión que fui a verla, Lola se quejaba de fuerte dolores, no le hicieron caso, un lexatin y a casa. Una semana después y 3 visitas a urgencias más, descubrieron que tenía fractura de coxis. Pero claro, era maloliente, sucia y llorona. Permaneció con fractura de coxis una semana, gritando y llorando, y nadie le hacía caso en urgencias.
Como iba el médico de la asociación de la agencia antidroga a su casa, deje de verla por un tiempo. El exceso de trabajo era demasiado, para permitir visitas a domicilio…o actuaron mis defensas , porque me sentía impotente cada vez que iba, demandas y demandas que no podía satisfacer, y me rompía el alma verla. El médico era maravilloso, se implicó con ella. Ella lo quería mucho. Quedé con el médico un día para convencerla de que fuese a una comunidad terapéutica. La convencimos, pero cuando llegamos estaba muy mal. Vomitaba mucho y encima bebía cerveza únicamente. Llevaba varios días sin comer. Le dije al médico que llamáramos a emergencias. Nos quedamos hasta que llegó la ambulancia. No querían esperar a llevársela. Insistimos, el médico hizo un informe con pocas esperanzas de que se quedara ingresada. Pero estaba muy mal. Quedo ingresada en medicina interna. Y la mandaron al hospital. Allí permaneció, y antes de ir en la ambulancia fue cuando nos abrazó a los dos y nos rogó que no la olvidáramos, que fuéramos a verla.
Insistí al médico para que consiguiéramos la comunidad terapéutica. Y él la consiguió. Coordiné con el TS del hospital para que me hiciera llegar informes, y para que de psiquiatría la valoraran, a ver si la podíamos incapacitar, y así proteger a pesar suyo. Coordiné para que no le dieran el alta sino que fuera directamente a la comunidad terapéutica. Y quedamos en que no habría problema.
Estábamos pendiente de ello. El médico y yo. Pero de repente me llega la noticia de que ha fallecido por la empresa de ayuda a domicilio. ¿Cómo es posible?
Empiezo a averiguar. Llamo al hospital y me dice el TS que salió de allí directamente a la Comunidad Terapéutica. Ha sido la semana pasada, la de los puentes, que yo no he estado. Me sorprende que él mismo ha venido a dejarme una caja enorme con todos los ingresos hospitalarios de Lola, y el informe psiquiátrico que le había pedido. Curioso.
Hablo con el médico de la asociación de la comunidad terapéutica y me dice que eso no es cierto. Él no sabía que Lola había fallecido. Había coordinado con la doctora que llevaba el caso. Le había dicho que estaba muy mal, que la iban a mandar a hospital de crónicos. Eso paralizó el ingreso en la Comunidad terapéutica.
Pero no llegó a ir. Algo pasó que yo no sé. No había plazas me dicen.. O alguien pensó que mejor que fuese otra persona, no aquel despojo humano sin esperanza. Le dieron el alta. De un día a otro. Sin avisar, la mandaron a su casa. Por mejoría, o porque ya no podían hacer nada en el hospital por ella, o porque hacía falta la cama y llevaba demasiado tiempo ingresada.
Nadie avisó. Le dieron el alta a su casa. Ni el médico de la asociación lo sabía, ni yo tampoco. No se puso servicio de ayuda a domicilio. Todos pensaban que estaba ingresada. Volvió a su casa, sin apoyos, con ese hijo que la mataba a palizas.
El día 8 se la encontraron muerta. La policía fue a levantar el cadáver. Nadie en el juzgado ha pedido una investigación sobre su muerte. La causa sería natural, me dice al teléfono la policía nacional. ¿Natural? No había nada de natural en aquella muerte de esa mujer de 64 años. Nada. Despreciada por todos, dejada por imposible por otros.
Maltrato institucional, después de tanto maltrato. Indefensión aprendida. Falta de amor y de cuidados. Eso debería decir en las causas de su muerte. Lola bebía para calmarse, y se calmaba bebiendo cerveza. Se refugiaba en la bebida, compartía amigotes con su hijo y cervezas, buscando compañía. Prefería estar con él, aunque la matara a palizas, porque era su hijo, e intentaba adivinar en el maltrato, afecto necesitado y buscado. Frustrándose a cada paso. Y ese dolor la impelía a beber una y otra vez.
¡Qué dolor, cuánto dolor! Lola descanse en paz. Usted, señora, se lo merece. Merece la dignidad de la muerte que no pudo tener en vida, que le arrebatamos nosotros.
Yo le pido perdón. Perdón por no haber hecho más. Perdón por no haber conseguido un recurso adecuado. PERDÓN EN NOMBRE DE LAS EMPRESAS E INSTITUCIONES QUE HAN HECHO QUE MUERA HOY, TIRADA COMO UN PERRO, ABANDONADA EN UNA ESQUINA DE ESA CASA, SIN RED DE PROTECCIÓN.
ESTOS SON LOS MUERTOS QUE DEJAN ESTAS POLITICAS NEOLIBERALES. Ahora están recortando los recursos y cerrando muchísimos recursos de la red de drogas.
Esta mujer no debería haber muerto. Muere por falta de plazas, por falta de recursos, porque no hay recursos adecuados para esos casos que nunca cumplen perfil; drogodependientes, salud mental, menores de 65 para residencias…para los casos en exclusión social total nunca hay plazas suficientes. Los condenamos al ostracismo o a la muerte.
DESCANSE EN PAZ.
Hoy lloro su muerte, sin saber si alguien más la llorará…"
Karina Fernández D'andrea.
Trabajadora Social de Zona